Dolores Hidalgo es la ciudad-icono donde se fragua la independencia de México. Se trata sin lugar a dudas del «pueblo mágico» más emblemático del Estado de Guanajuato, que no puedes dejar de visitar si quieres entender el nacimiento de la nación mexicana tal y como la conocemos hoy en día.
Dolores Hidalgo, la ciudad que grita libertad
En Dolores Hidalgo se escribe un capítulo crucial de la historia de México: en su iglesia, en la madrugada del 16 de Septiembre de 1810, un cura de pueblo de nombre Don Miguel Hidalgo y Costilla emitió el famoso grito considerado como el pistoletazo de salida del movimiento revolucionario.
Tengo la convicción de que los lugares conservan impresos la energía de sus vivencias. En Dolores Hidalgo esto es realmente patente, ya que son miles los visitantes nacionales y extranjeros que cada año vienen a revivir el grito libertario, pues curiosamente México celebra como efeméride nacional este día, en lugar de la fecha de la consumación definitiva de la Independencia, que se producirá once años y once días después de la famosa voz.
Te sugiero que antes de empezar a callejear contrates un guía quien, por pocos pesos y mucho entusiasmo, te contará las gestas del párroco rebelde y quizás si tienes un poco de suerte como yo, acceda a entonarte una canción de José Alfredo Jiménez, el hijo predilecto de Dolores Hidalgo y cantautor por antonomasia de México.
Dolores Hidalgo es coqueta, artesanal, cantarina y sabe a exóticas nieves (el nombre que dan aquí a los helados) hechas con ingredientes rocambolescos que ni llegarías a imaginar: ¿Nopales con camarón?, en Dolores Hidalgo si es posible.
No sería justa si te dijera que Dolores Hidalgo iguala en belleza a Guanajuato o San Miguel de Allende. Dolores Hidalgo es otra cosa; es inspiración, es testimonio, es una oportunidad de percibir el sentimiento de los Padres de la Patria, es una excusa para soñar que aun estando en minoría, uno puede cambiar un paradigma u orden social que no considere justo. ¿No te resulta inspirador?
Dolores Hidalgo está envuelta en un halo de leyenda pero en realidad qué más da, si no todo es cierto. El ser humano necesita «mitos» que lo conecten con valores superiores como la Justicia, la Honestidad y el Bien Común. Y este, desde mi humilde punto de vita, es precisamente el regalo que Dolores Hidalgo tiene para ti, para mí, para el mundo entero.
Si me lo permites, me gustaría relatarte el mito tal y como yo lo imagino. Empieza así…
ERASE UNA VEZ… UN CURA REVOLUCIONARIO QUE HIZO JAQUE MATE A ESPAÑA
Miguel Hidalgo y Costilla es un hombre consagrado a Dios y por qué no también admitirlo, al mundo. No es un párroco al uso, es más bien un intelectual, un hombre renacentista, polifacético y habilidoso que habla seis lenguas; español, francés, italiano, tarasco, otomí y náhuatl. Es empresario, cría gusanos de seda, planta vides, fomenta la apicultura, la artesanía y hasta crea una Escuela de artes y oficios para ayudar a prosperar a su parroquia. Pero ante todo, el Padre Hidalgo es un líder carismático con alta capacidad de oratoria. No en vano ha estudiado teología y filosofía con los Padres Jesuitas.
Hidalgo es un hombre lúdico y extrovertido, a quien le apasiona la música, los toros, el teatro y por supuesto las bellas mujeres. Pero él se considera fundamentalmente un Patriota que ama su «Nueva España», apelativo con el que por entonces se conoce a México, y no está dispuesto a continuar siendo esquilmado por los abusivos tributos que España exige para hacer frente a sus guerras.
―Padre Hidalgo, ¡Por Dios!, ¿cómo vamos a representar a Moliere, si está prohibido por el Santo Oficio?
―Calle, calle Don José, es la alternativa perfecta para nuestro grupo de teatro que se marchita de tedio. ¡Representaremos el Tartufo!
Las damas que se abanican a la sombra y que son asiduas a las tertulias vespertinas del párroco, emiten un ¡ayayay! con falsete, mientras disimulan una emoción que refresca sus venas. Por fin podrán vestirse con ahuecadas faldas de campana y maquillarse a la francesa con mucho polvo en la cara y altas pelucas con rizos en cascada.
El cura mira de soslayo a Doña Josefa, refinada, bella, tan apetecible…quien le devuelve una mirada llena de promesas. Quizás en un aparte puedan intercambiar impresiones.
― ¿Pero padre, qué dirá el Obispo si se entera? Además la obra está en francés.
―Déjese de tonteras Don José, que estamos en el Siglo de las Luces, ahora impera la Razón y la Razón me dice que vamos a representar el Tartufo. Yo mismo lo traduciré.
Las mujeres revolotean como gallinas en torno al cura compitiendo por los papeles protagonistas, mientras los hombres cuchichean dudando de los peligrosos fandangos propuestos por Hidalgo, que a su parecer tiene más de librepensador que de sacerdote. Por algo más que por sus ojos verde amarillento lo habrán apodado «el zorro», asienten entre ellos.
El padre Miguel pide calma: ―Decidamos por votación. Un hombre, un voto como en Francia. ¡Ojalá aprendiéramos de ella! ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad es lo que hace falta en este país! y menos españoles encorsetados.
―Padre conténgase, le reprocha Don José― que está Usted injuriando por partida doble a Dios y al Rey.
― ¡Que Rey ni que niño muerto! Vacío de poder es lo que tenemos. Yo no reconozco a ese borracho de José Bonaparte como monarca. ¡Muerte a Pepe Botella y a todos los napoleónicos! ¡Viva Fernando VII!
La España Europea y la Americana parecen un polvorín a punto de encenderse. De un momento a otro saltará la chispa.
Mientras, en el viejo continente un ambicioso Napoleón acaba de invadir España con una sucia artimaña. Los españoles le han permitido traspasar sus fronteras y se han comprometido a ayudarle con la invasión de Portugal a cambio de un trozo del pastel. Pero Napoleón padece gula y se lo quiere comer todo. Así que una vez cabalgando sobre la piel del toro, lo coge por los cuernos y lo incorpora a su Imperio, destituyendo a Carlos IV y posteriormente su hijo Fernando VII. Después en un claro acto de nepotismo imperialista, coloca en el trono a su hermano José Bonaparte, al que todos conocerán por el sobrenombre de Pepe Botella, por ser un borracho consumado.
En la Nueva España, se alzan las primeras voces disonantes. Son voces amateurs de boticarios, abogados, soldados, administradores de correos… que suenan fuerte pues llevan años reclamando los mismos derechos que los españoles de cuna. En principio no exigen Independencia pero si mayor autonomía.
― ¡Pardiez!, espeta Allende, que se ha salpicado su guerrera con el chocolate de la merienda. Es una infamia que nos dejen dirigir nuestro país y que nos traten como segundones. ¡Vive Dios que mi sangre es tan pura como la suya aunque haya nacido en América! Señores, ya no somos niños de teta, hemos cumplido la mayoría de edad y estamos capacitados para gestionar nuestras haciendas, ranchos y minas… Al carajo con los «gachupines», pendejos españoles que nunca tienen bastante. Además ningún Allende ha doblado una rodilla ante un Rey Francés.
Los aires de independencia de Estados Unidos y los ideales de la Revolución Francesa comienzan a colarse por los salones mejicanos contaminando las tertulias.
―No es justo, dice Doña Josefa, que todo el oro y la plata se vayan para España, mientras aquí nos quedamos mordiendo polvo y maíz.
―No podemos permitir este vacío de poder. Hasta que la monarquía borbónica se establezca, tenemos que ponernos al mando, sentencia Don Cosme.
Si afinas el oído, en el rincón detrás del piano, escucharás conspirar a Allende y al Cura Hidalgo, los auténticos artífices de la insurrección. El cura será el ideólogo y el vocero, Allende el estratega militar. Al principio amigos, aunque al final…, bueno el final será bien distinto.
Desafortunadamente hay muchos oídos indiscretos y la conspiración es descubierta.
―No hay tiempo que perder―le dice Doña Josefa Ortiz a Allende.― El plan debe ejecutarse de inmediato.
Allende cabalga toda la noche hasta que arriba a las 3 de la mañana al pueblo de Dolores.
―Despierte Padre. Estamos perdidos. Nos han descubierto.
En la madrugada del domingo, sabiendo que el destino de la «Nueva España» está en sus manos, los dos amigos toman una taza de chocolate para templar sus nervios y decidir el siguiente paso.
― ¡Alea jacta est! Susurra el cura.
El Padre Hidalgo no tiene un pelo de tonto, sabe que es un excelente orador, que el pueblo lo escuchará, que su sotana lo enviste de autoridad, pues estos criollos son más católicos que el mismísimo Papa, se dice en voz queda.
Hace fresco esa madrugada del 16 de Septiembre de 1810, o quizás son los nervios.
El Padre Hidalgo llega a la plaza de la iglesia y tañe enérgico las campanas. El pueblo se despierta y acude a la cita ― ¿Qué pasa, qué pasa?, se preguntan.
El padre Hidalgo se encomienda a Dios y a la Virgen de Guadalupe. Lleno de pasión, sabiendo que está a punto de escribir una página en la historia, arenga a los allí concurridos con estas inspiradoras palabras:
Mis amigos y compatriotas:
No existe ya para nosotros ni el Rey ni los tributos.
Esta gabela vergonzosa que sólo conviene a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de la tiranía y servidumbre, terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos.
Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sondado la hora de nuestra libertad y si conocéis su gran valor, me ayudareis a defenderla de la garra de los ambiciosos tiranos.
Pocas horas me faltan para que me veáis marchar a la cabeza de los hombres que se precien de ser libres.
Os invito a cumplir con este deber. De suerte que sin Patria ni Libertad estaremos siempre a mucha distancia de la verdadera felicidad.
Preciso ha sido dar el paso que ya sabéis y comenzar por algo ha sido necesario.
La causa es santa y Dios la protegerá.
Los negocios se atropellan y no tendré, por lo mismo, la satisfacción de hablar más tiempo ante vosotros.
¡Viva pues la Virgen de Guadalupe!
¡Viva la América, por la cual vamos a combatir!
El pueblo grita: ¡Libertad, Libertad!, con los brazos en alto. Son agricultores, peones, mineros, comerciantes… no son un ejército experto, sino más bien una plebe compuesta por personas hastiadas de tanta desigualdad.
Con las esperanzadoras palabras del párroco resonando en sus corazones toman lo primero que encuentran: palos, ondas, piedras, cuchillos, machetes y aperos de labranza…y se lanzan a la contienda. Hidalgo comienza la marcha con apenas seiscientos hombres. Sin embargo, en pocos días se le habrán sumado ochenta mil y la cifra seguirá en aumento. Allá por donde pasan se unirán indios, mestizos, criollos, incluso algún español.
Después de liberar a los presos de Dolores y colocar en su lugar a los españoles «Gachupines», el cura y su leva se trasladan a Atotonilco. En la Capilla Sixtina mexicana, Hidalgo tiene el gran acierto de coger el pendón de la Virgen de Guadalupe, la Madonna de piel morena como ellos, y convertirla en estandarte del nuevo ejército que inmediatamente se siente bendecido y protegido por el manto de su Señora.
En tan solo ciento veinte días, este cura criollo, seductor, galante y jugador hará Jaque Mate al Virreinato y a tres siglos de dominación española.
Así fue el inicio. Después la historia no será tan heroica. Habrá muchas muertes, violaciones, represalias y venganzas que causarán vergüenza hasta a los más cercanos a Hidalgo, incluido el propio Allende. El cura se ha convertido en un hombre con poder y el poder ya se sabe, corrompe hasta las médulas más santas. Pero esa es ya otra historia.
Hidalgo es apresado en su huida a Estados Unidos y conducido a Chihuahua. Allí tendrá lugar su degradación sacerdotal; se le rasparán las huellas dactilares y el cráneo, excomulgándolo y entregándolo a un Tribunal de Hombres que lo condenará a muerte.
Se tardarán once años y once días de luchas encarnizadas entre las dos Españas, hasta conseguirse un 27 de septiembre de 1721, la definitiva Independencia de México.
QUÉ HACER EN DOLORES HIDALGO
Una vez entendido el valor simbólico de esta ciudad-fetiche, ¿qué te parece si empezamos su visita?
Estos son los imprescindibles que os recomiendo si vais a estar un día en Dolores Hidalgo.
LA PARROQUIA DE LOS DOLORES
¡Es sin duda una de las iglesias más bellas de México! La parroquia cuenta con una esplendorosa fachada churrigueresca de piedra rosa. Si has llegado hasta aquí, no te detengas en la entrada y continúa hasta el Altar mayor. Mira entonces a derecha e izquierda y verás dos espectaculares retablos, uno cubierto en oro, otro en madera color café que deja a la vista un increíble trabajo de ebanistería. ¡No sabría decirte cual me gusta más!
DAR TU PROPIO GRITO DE LA INDEPENDENCIA
Realiza tu propio acto de «psicomagia emitiendo», ¿por qué no? tu grito de Independencia. Seguro que hay algo que quieras reivindicar.
CASA DE LAS VISITAS
Se trata de una casona señorial del siglo XVIII, de impecable estilo barroco, que hoy se destina a alojar a los personajes ilustres y celebridades cuando visitan Dolores Hidalgo, incluyendo al Presidente de México.
LAS NIEVES EXÓTICAS
Las nieves o helados es otra de las aportaciones del cura Hidalgo, que se empeñó en traer distintos oficios a la ciudad. Junto al jardín principal, te encontrarás con numerosos carritos tradicionales que ofrecen las más ricas nieves. ¿Qué tienen de especial? Pues sus sabores exóticos, extravagantes diría yo; en cualquier caso deliciosos.Encontrarás nieves con sabor a Nopal (cactus) con camarón, pulpo, puerco, aguacate, mole con chicharro, ceviche, tequila, whisky con zumo de piña, queso… además de los clásicos de siempre como el mantecado o la fresa.
Lo interesante es que puedes pasarte un buen rato probando distintos gustos pues los vendedores corteses te ofrecen degustación en cucharitas de madera de usar y tirar. Un bufete de helados rico, riquísimo.
¿Mi nieve preferida? La de «garambullo», una fruta cactácea de color morada que sólo se da en verano.
EL MUSEO DE JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ
El más popular de los cantautores mexicanos, “El Rey”, nació en Dolores Hidalgo. Este muchachito que se traslada a Ciudad de México a la muerte de su madre y que sueña con ser portero de fútbol, se convertirá años más tarde en el cantautor más querido por todos los mejicanos. Es el responsable de éxitos tan memorables como «El rey, Si nos dejan, Que te vaya bonito o en un Mundo Raro».
José Alfredo es una leyenda que sigue viva gracias a sus canciones que se escuchan en cada esquina. ―«Yo compongo mis canciones, pa’ que el pueblo me las cante, y el día que el pueblo me falte, ese día voy a llora», dice este intérprete autodidacta que apenas tenía formación musical y que inventaba sus melodías silbando.
El guía me cuenta, que cariñosamente lo apodaban como el rey de la parranda, pues era muy aficionado a beber y salir con amigos ¿Peroquién no ha cantado a José Alfredo con unas copitas de tequila encima?, me dice riendo.
El museo me parece interesante pues ofrece una retrospectiva de su vida y obra, con fotografías, premios, vestuario, hasta una sala de karaoke donde poder interpretar sus canciones.
Nuestro grupo viajero, ¡no se raja!, así que nos atrevemos a interpretar nuestra particular versión del Rey. ¡Disculpe Usted, Don José Alfredo por destripar su canción! De veras que intentamos que sonara a tributo.
ARTESANÍA EN DOLORES
Dolores Hidalgo ha sido alfarera desde la época colonial, mejorando ostensiblemente su calidad y producción con la llegada del Cura Hidalgo que estableció una escuela de artes y oficios. Hoy en día cuenta con más de 2.300 talleres.
Al principio solo producían «talavera en azul y blanco»; hoy sin embargo ha ampliado su paleta cromática y la cerámica es un puro festival de color. Su loza, sus vajillas, juegos de té, floreros, maceteros, cántaros y alfarería tradicional son apreciados por locales y turistas de todas partes del mundo.
Hay infinidad de puestos de venta. Pasea sin prisa y deja que tu sensibilidad artística elija por ti, pues el precio no será un problema.
3 MUSEOS INTERESANTES
Si eres de Museos puedes completar la visita a la villa, visitando tres didácticos espacios: la Casa de Hidalgo, el Museo de los Descendientes de Hidalgo o el Museo de la Independencia.
COMER EN CUNA DE TIERRA
Aunque Dolores Hidalgo tiene innumerables tasquitas donde degustar moles, tortas de carnitas, enchiladas mineras, gorditas de horno y otras muchas viandas populares, nosotros optamos por desplazarnos al viñedo Cuna de Tierra donde disfrutamos de una ENOEXPERIENCIA.
El clima de Dolores es semiárido y posee dos requisitos que favorecen el cultivo de la vid: inviernos bien definidos y una importante oscilación térmica entre el día y la noche. Gracias a las bondades de este clima, los vinos de la zona son de excelente calidad.
Visitar Cuna de Tierra es un regalo de alto diseño para los que quieren vivir una experiencia íntima con el vino. Un maridaje perfecto entre la personalidad silvestre de los viñedos y el concepto restaurante boutique, que destaca además de por su gastronomía, por su vanguardista edificio que ha sido galardonado con varios premios de la Bienal de Arquitectura de México.
¿Qué puedes esperar de esta visita? un recorrido en carreta por los viñedos, visitar la zona de vinificación, la cava donde se encuentran las barricas y degustar una comida maridaje regada con excelentes tintos y blancos del propio viñedo. Escrito por Cristina Monzón - @cris_si_viaja
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