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Lucena, Semana Santa. Caminos de Pasión.

Cristina Monzón, en plena Cuaresma hizo una ruta por los Caminos de Pasión de Andalucía para conocer las tradiciones de la Semana Santa. Recorrió preciosos pueblos, entre ellos, Lucena.

Tengo que confesar que siento debilidad por las leyendas y mitos. Me gusta conocer los destinos no únicamente por lo que me pueden enseñar hoy sino también por sus glorias y derrotas pretéritas, por los claro-oscuros que conforman su historia. Creo firmemente que todos, incluidos el alma de los pueblos, somos producto de las experiencias forjadas en nuestro pasado, en nuestros albores, en nuestra más tierna infancia. Huellas sutiles que quedarán impresas y condicionarán nuestro destino.

Lucena

Empiezo mi periplo de Caminos de Pasión en Lucena que despierta mi inmediata curiosidad con esta sencilla frase inocentemente dicha por nuestra cicerone Mayra, guía local del pueblo: bienvenidos a la Perla de Sefarad. ¿Una ciudad habitada exclusivamente por judíos durante el Al-Andalus?. Jamás había oído algo así. Ya me tiene enganchada.

Eli-ossana, nombre hebreo que significa “Dios nos guarde” era una villa de puro corazón davídico; de hecho todos los cronistas judíos y musulmanes anteriores al Renacimiento europeo, si te interesa este arte no te pierdas los mejores pintores renacentistas italianos, españoles y flamencos, la denominan así: “Ciudad de los Judíos”. Entre los siglos IX al XII fue un foco cultural que brilló con luz propia y donde floreció la poesía y el estudio  talmúdico como sólo ocurrió después en Toledo.

Nombre de calle en Hebreo
Nombres de calle en Hebreo

Me pongo en posición firme y atenta para descubrir el brillo de esta perla sefardí, que alberga en la actualidad la necrópolis judía más grande de la península ibérica, donde se han documentado hasta 346 tumbas.

Descubro la belleza de su ciudad judía intramuros, vedada a los moros del Al-Andalus que tenían que conformarse con los arrabales y observo curiosa las placas de cerámica con los nombres de las calles en equitativo bilingüismo castellano/hebreo, justo tributo lucentino a su pasado.

Es tan grande la huella hebraica presente en la ciudad, que Lucena ha sido incluida en la Red Nacional de Juderías, siendo actualmente “parada y fonda” obligada del turismo sefardí.

Que difícil prueba tuviste que pasar Lucena con la llegada de la cruz. Te viste obligada a renunciar a tu fe de cuna, la que profesabas en casa, la de tus ancestros. Pero fuiste astuta, escondiendo tras puertas y muros tu rebeldía, haciendo ver al mundo que eras cristiana, cuando en realidad todavía eras judía. Como te reíste de la Inquisición ocultando a sus torpes ojos, los símbolos de tu fe dentro de las propias iglesias que tuviste que costear para demostrar tu conversión.

Si tú, querido lector, también quieres reírte de la ¿Santa? Inquisición, te invito a que mires el exterior de la Iglesia de Martín que si le das la vuelta a su fachada es una “menorah invertida” (candelabro judío de 7 brazos) o que entres a la barroquísima capilla del Sagrario de la Iglesia de San Mateo donde verás el jocoso mensaje encriptado en las imágenes de su techo, que proclama con descaro que el verdadero Mesías llegará cuando el león more junto al cordero (Isaías 11), dejando patente que para el pueblo Judío que Jesús tan solo era un profeta.

Capilla Del Sagrario San Mateo
Capilla Del Sagrario San Mateo

Observo un tanto perpleja que en este pueblo el número de iglesias por metro cuadrado es altísimo. ¡Claro!, me cuenta Mayra, había que disimular y ser más “papista que el papa” para asegurarse la supervivencia.

En esta farsa externa y extrema de demostración cristiana, Lucena tuvo que crear una propia Semana Santa, en la que procesionantes y costaleros, aquí llamados santeros, salen a la calle no solamente fajados y constrictos sino también a cara descubierta, sin capirotes ni rostrillos, para seguir demostrando al mundo su auténtica conversión.

En la Semana Santa Lucentina se desfila a redoble de tambor, cuyo ritmo sincopado me conecta con el acelerado pulso que debieron tener esos antiguos  judíos conversos a la hora de esquivar la tortura, el fuego y la muerte de la temible ¿Santa? Inquisición.

Son tantas las iglesias que jalonan sus calles, que seguramente no tengas tiempo de verlas todas. Si éste es el caso, te recomiendo esta selección de “Joyitas” que convirtieron a Lucena en cuna y referente de Barroco Andaluz: las iglesias de San Martín, San Juan Bautista, el Claustro de la Iglesia de los Franciscanos y el Santuario de la Virgen de Araceli, un MUST que no te puedes perder. Si no me crees a mí, confía en el criterio de Almodovar que la eligió como localización en su película “Hablé con ella”.

Visito el santuario de Araceli de noche en pleno vía crucis de Cuaresma. Me cuentan que las vistas desde aquí son espectaculares pero ya no hay luz para disfrutarlas. Lo dejaremos para una próxima visita.

Me sorprende ver a muchos hombres desde niños hasta ancianos, arreglados de domingo, silenciosos, concentrados en sus rezos, portando una vela en mano. La ermita está en penumbra pues no hay más luz que los cirios. El sacerdote oficia un vía crucis interior pues hoy el relente es frío. Me cautiva la atmosfera devocional, los cantos, los padrenuestros dichos con el alma, el incienso denso, el glorioso barroco del techo.

Lucena

Esto aún no ha acabado….Lucena todavía me reserva más historias que siguen picando mi curiosidad.

En el centro de la ciudad se encuentra el Castillo del Moral, cárcel que custodió a Boabdil, último rey de Granada, ese quién según la tradición lloró como un niño lo que no pudo defender como un hombre, dando paso a una homogénea cristiandad española.

La última leyenda que os voy a compartir viene acompañada de “olor perfumado del más allá?

¿Qué me dirías si te dijera que el Palacio de los Condes de Santa Ana, otra joyita del barroco civil andaluz,  está todavía habitado por el fantasma de Doña Marina?

Parece ser que durante la primera década del 2000 el palacio comenzó a restaurarse. Los obreros se quedaron desconcertados al no encontrar la estancia que dieran acceso a los 6 balcones de su suntuosa fachada.

Después de recorrer varias veces el palacio, descubrieron una pared que sonaba a hueco y la tumbaron abajo, para darse de bruces con un bello salón de baile que conducía directamente a la fachada principal y sus correspondientes balcones.

Cuenta la leyenda que en el siglo XIX, época estelar de folletines y amores clandestinos, Doña Marina, Condesa de Santa Ana, no muy santa por mucho que dijera su apellido, fue pillada in fraganti con su amante en situación digamos que un tanto comprometida.

El maquiavélico conde con su honor gravemente magullado, encerró a la condesa tapiándola de por vida en esta principesca cárcel que sería su morada y tumba.

La condesa abandonada al albur de su suerte, lanzó un maleficio rociando las paredes del palacio con su perfume para que éste se impregnara in eternum de su aroma y nadie olvidará jamás su triste historia.

Me cuentan los lugareños, que cuando las sombras de la tarde se mezclan con las de la noche, todavía se puede oler el perfume e incluso ver las sombras de Doña Marina que deambula descalza por el palacio en eterna peregrinación, quién sabe si en busca de la redención o de su amante perdido.

Tanto misterio fantasmagórico me despierta el hambre, recordándome que sigo viva y coleando. Nos vamos a cenar y descubro que la gastronomía de Lucena me sabe a gloria. Pruebo por primera vez la ensalada de naranja picada con bacalao, un entrante típico de Semana Santa con reminiscencias sefardíes y también las Collejas, una especie de berzas silvestres, que por ser invitados van salteadas con jamón aunque durante la Semana Santa se coman viudas.

Gastronomía Lucena
Gastronomía Lucena

Para beber una fresca de fino local de denominación Montilla-Moriles.

Me despido de Lucena con la cabeza llena de historias judías, moras y cristianas entremezcladas, pugnando cada una por su razón, reivindicando su verdad. Me imagino al Rabí, negro, enjuto recitando la Torá en la sinagoga mayor, a un orgulloso Fernandez de Córdoba apresando a un humillado Boabdil que presiente con certeza el fin de la Era Mora, a Doña Marina perfumando a diario los muros de su palacio-tumba para que jamás la olvidemos…

Como he dicho antes, son estos claro-oscuros los que me fascinan cuando viajo.

Si quieres más Info de Lucena te recomiendo estos links:

www.caminosdepasion

www.redjuderias.org

http://lucena.es/seccion/Oficina-de-Turismo

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